martes, 13 de abril de 2010

De pasiones y realismos mágicos...

Era muy entrañable observarla desde lejos.

Vivía en la calle, pero para ella, era su hogar. Barría cada día su trocito de escalón y hacía la colada con sumo cuidado en las fuentes ornamentales que había al lado. Después colgaba la ropa primorosamente de un tendedero que había improvisado entre dos marquesinas de autobús y siempre canturreaba mientras hacía todas sus labores hogareñas, sin reparar en las miradas extrañadas de los viandantes.

Cuando terminaba de acicalar su “casa”, se sentaba al sol en el césped de un jardincito y se ponía a leer. Pasaba las horas muertas leyendo. De hecho, si te quedabas mirando fijamente, hasta podías verla sonreir, soltar alguna lagrimilla, o incluso fruncir el ceño, según avanzara la historia.

En ocasiones, sacaba a relucir sus cansados pies al sol y pintaba sus uñas de la forma más minuciosa que jamás haya visto. De rojo, siempre las pintaba de rojo, al igual que sus labios, enmarcados por infinitas arruguitas. Una vez terminado, continuaba el ritual peinando su largo cabello gris en una trenza perfecta.

La gente corriente pensaba que la vieja estaba zumbada, que tenía la cabeza llena de pájaros, que era una simple mendiga más… pero ella jamás mendigaba, simplemente vivía feliz allí.

Un día le pedí permiso y me senté junto a ella en el césped del jardincito.

- Sé que vendrá a por mi, me dijo sin apartar la vista de su tarea de pintarse las uñas.

- ¿Quién va a venir?

- Pues él, ¿quién va a ser? Y todo será perfecto.

Entonces una sonrisa aparecía en su viejito rostro y toda la calle se iluminaba…

Fue la primera y última conversación que tuvimos. Al parecer una tarde, un anciano se colocó frente a ella, ella se levantó con la mayor de las sonrisas, y sin mediar palabra, se fundieron en un profundo abrazo, dando rienda suelta a las pasiones reservadas durante años.

Según los testigos de la escena, el abrazo fue tal, que de tanto apretarse el uno contra el otro, se inmolaron el pecho, y de entre ellos salieron millones de flores rojas, que bañaron la calle, mientras los pájaros de sus cabezas escapaban por las orejas piando de felicidad.





4 comentarios:

maikol watanabe dijo...

"mientras los pájaros de sus cabezas escapaban por las orejas piando de felicidad."
Wenísimo jaja.

realismo mágico...me gusta como suena =)

Juan Carlos Loaysa dijo...

¡Es precioso!

Dime la verdad, ¿en tu cuarto tienes escondida una botella con agua de la fuente de Castalia?

Desde la luna dijo...

Ojalá... me iba a hidratar solo con eso...

Leonardo dijo...

...asi es...como una verdadera histori allega a un final magico...segui dando riendaa no pares... un beso

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